sábado, octubre 15, 2011

Sábado en la Noche

Esta es una de aquellas noches oscuras. Si la noche en vez de luna estuviera llena de luz, igualmente seria una de aquellas noches. El bar de la esquina se encuentra cerrado, lo que resulta de mal augurio para una boca amarga y seca.

Estoy cansada, tengo el cuerpo cortado, en este momento no tengo ganas de hacer nada, aunque las ganas de nada signifiquen quedarse boca arriba tragando el aire seco de una pieza viciada, pensando más de la cuenta, imaginándose escenas inexistentes, sintiendo celos de nadie, que se yo, ganas de nada. Mierda.

Es sábado en la noche, demasiado temprano para decidir ir a la cama, demasiado tarde para animarme a salir a cualquier lugar, en estos casos es cuando la mejor opción es siempre tomar un baño caliente, aflojar los músculos, arrojarse a la desnudez bajo un chorro cálido, acogedor, penetrante. Masajearme el cráneo con la espuma del shampoo, bajar mis manos y masajear todo mi cuerpo con la misma intensidad hasta llegar a mi pubis es algo que me tranquiliza, en un baño a medianoche la soledad nunca es abrumadora, la mente siempre se encuentra en otra parte, un lugar lejano que está dentro de uno, donde no se visualiza nada. Algunos llaman a este estado no pensar, yo prefiero creer que es un pequeño viaje.

Luego de la ducha, observo mi cuerpo aun con gotitas de agua refalando y pienso en el paso del tiempo, miro todas mis marcas e imperfecciones, moretones, rasguños, quemaduras. Marcas que quedan pero que no duelen, puede ser que nunca hayan dolido, puede ser que exista un pequeño deleite sadomasoquista en mi, el cual no temo en asumir.

Elijo la opción número 3, me pongo unos jeans y la polera negra que uso casi todos los días y salgo a caminar, el aire está fresco, el no usar sostenes hace que mis pezones se pongan duros a medida que avanzo la caminata, algo que de un tiempo a esta parte a dejado de importarme, como muchas otras cosas, me siento libre y desprendida de todo un poco, lo que se vuelve un símbolo a la hora de no usar ropa interior.

Extraigo la cola de un caño que encontré en mi pantalón, regalo que una amiga me hizo para el día de mi cumpleaños, fumo en paz y siento que salir fue la mejor decisión. Siempre cuando fumo mi mente vuelve a su centro, pienso más claro y mejor, pienso realmente en las cosas importantes, las pendejerías se quedan en casa junto a mi osito de dormir. Tengo veintidós y aún duermo con un peluche desde los tres años. Mi sobrina de cuatro me lo pidió para dormir y le dije – tu estas muy grande para dormir con peluches - lo abracé me acurruqué y fingí que dormía. Tonterías.

Enciendo un cigarro y me animo a entrar a un bar que esta medianamente cerca de mi casa, al cual nunca había entrado y menos sola. He querido evitar el personaje de la muchacha que se sienta sola en la barra y que pide un trago al barman, es por esto que elegí una mesa al fondo del bar, saque un libro de Miller, el cual leo en ocasiones. El bar está repleto de hombres viendo la repetición del partido de futbol de la tarde. Me apestan y a la vez me causan gracia, me los meto a todos por la raja, ya comencé con pensamientos malignos y negativos, es hora de pedir una cerveza.

Los hombres se extrañan al ver una mujer sola, inmediatamente piensan que necesita compañía, que si esta sola es porque le faltan con quien salir, en fin, esa lógica bien infantil, bien masculina.

-Si salgo sola derechamente es porque no quiero salir con hombres- dije hacia mis adentros y luego al mesero, el cual recientemente me había hecho la estúpida pregunta. Que lamentable que en este mundo de hombres no dejen emborracharse tranquila a una mujer. Sola.

No es que odie a los hombres, No. Mi problema es que me gustan mucho, lo que no quiere decir que me gusten todos, y en esta temporada en particular me gusta uno solo, que me enloquece. Concentro toda mi libido en él y si han pasado más de dos días, me masturbo pensando en su cara.

¿Se preguntaran porque no está ahora aquí conmigo? Yo les preguntó ¿porqué debería estarlo?


5 comentarios:

Anónimo dijo...

En el libro de la vida
Cada uno escribe sus capítulos.
Yo no cuento cuentos,
invento mundos de ti , de mi y de otros.
Si miras al cielo y las estrellas
no dudes en levantar la botella.
Que el elixir del brebaje
no te mareé como un paje
y haga brotar las más recónditas inspiraciones de un mundo ignoto y deslumbrante.

Sísifo.

srta fran dijo...

Estas totalmente identificado. Te dije que no me escribieras.

Fran. La Autor

Anónimo dijo...

jaja la weona pesaá

srta fran dijo...

Si, es mi blog y puedo escribir lo que sea, si quieres comentar y tratarme de weona,deja el anónimo a un lado y pon tu nombre. cobarde.

Anónimo dijo...

sábado en la noche, me quiero emborrachar