martes, noviembre 08, 2011

No hay modo de escribir correctamente poesía


Me albergo en la existencia de aquellos que aman y odian escribir, como existen otros que odian y aman el sentimiento que les provoca la música o artistas que aman mojando el pincel con su lengua sintiendo las dos cosas a la vez. Sé que existe alguien que espera ese rinconcito apartado de la humanidad para luego salir radiante, corriendo hacia un mundo aventurado, absorbiendo la vida como un trago de whisky y que luego vuelve a ese rinconcito iluminado a desintoxicarse de la línea férrea de la humanidad, pero que no necesariamente desfallece en el jardín, estoy convencida que se necesitan de soledades para inspirar y expirar el humo de una ciudad viva que se adormece y se destruye engendrándose a sí misma.
La ciudad también es un lugar que amo y odio al mismo tiempo, una dialéctica infinita que me entrega y arrebata personas y objetos que se van amontonando lejos de las calles por donde ahora transito. La ciudad hace que me sienta ciudad, el campo hace que me sienta ciudad, el silencio y la quietud hace que me sienta ciudad, si me preguntaran que fui en una vida pasada, creo que diría que fui una ciudad, una ciudad agolpada y llena de bulla en esencia, que a veces se arrastra a la melancolía queriendo dejar de ser ciudad sin poder hacerlo, convirtiéndose la quietud en una proeza casi imposible, privilegio de pocos.

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