miércoles, enero 21, 2009

Más que con el alcohol, estaba intoxicada con la música, bajo la tenue luz, todas las personas que ahí se encontraban bailaban de una forma irracional serrando los ojos, borrándonos a todo y a cada uno de nosotros, todos estaban en las mismas, transformándose en personas extrañas, alejándose de ellos mismos. Yo no podía dejar de mirarlo y tampoco podía dejar de saltar en la cama, su colchón era tan exquisito que simulaba una cama elástica, donde no se puede dejar de saltar, y tampoco podía dejar de observarlo, su forma de sentarte con la mirada pegada en cualquier otra parte menos en su entorno, por eso me encantaba, que vivía eternamente en un estado aletargado diferente a todos los demás, su tiempo no tenia dimensión, no había horas ni minutos, todo esto estaba reemplazado por otros seres que miden el tiempo, lo absorbía la música y él me absorbía a mi cuando trataba de encontrar el punto de su mirada perdida.
Nos acostamos juntos, yo no sabia donde apoyar mi brazo derecho, estaba durmiendo entre dos hombres, me acomodaba hacia su lado y podía sentir su respiración calida, lenta pero inquieta, algo lo agitaba, estábamos demasiado cerca, podía sentir como mis pestañas rozaban sus mejillas y en no se movía, no me esquivaba, estaba ahí frente a mi sin poder verlo dentro de la oscuridad de aquella habitación, nunca habíamos hablado, no sabía nada de él. A veces es extraño como llegamos a estás situaciones, dormir con gente desconocida es como jugar a los juegos de azar, puedes darte media vuelta y dormirte o puedes sucumbir dentro de un aliento donde ya nada puedes hacer, por que el cuerpo comienza a mandarse solo, no hay razón, solo esos cosquilleos que van por todos lados que hacen perder la cabeza. En ese momento mi boca se humedecía como esperando un limón, estaba ansiosa, mis manos comenzaron a desesperarse en el momento en que sentí su mano en mi cadera y enseguida inevitablemente un beso calido, excitante hasta más no poder.

No hay comentarios.: